La calma es un concepto relacionado con la felicidad y el bienestar, ya que se basa en el equilibrio de las emociones para mantener la tranquilidad, sobre todo en situaciones en las que estamos nerviosos o enfadados.
Actualmente, muchas personas tienen un ritmo de vida frenético y les cuesta mucho más mantener la calma y afrontar las situaciones con serenidad y analizando todo con objetividad. De hecho, la tensión, los nervios y otras consecuencias derivadas de todo esto se acumulan y pueden provocar problemas de salud. Además, influyen en nuestro ámbito personal y social.
¿Qué podemos hacer para mantener la calma en estas situaciones?
Identificar las señales que nos indican que no nos encontramos bien: ansiedad, malestar, etc. Este es el primer paso para poder aplicar diferentes técnicas que nos ayudarán a relajarnos.
Buscar a alguien con quien podamos hablar y que pueda comprender nuestros sentimientos. Sin embargo, debemos decir cómo nos sentimos sin gritar o tratar mal a quien nos escuche.
Alejarse de la situación y pensar en otra cosa para desconectar. En ese sentido, hacer ejercicio, practicar meditación o escuchar música tranquila son siempre buenas opciones.
Pensar en la misma situación como si la estuviera viviendo otra persona con el fin de verlo de manera objetiva y analizar todas las opciones desde fuera.
Establecer un orden de prioridades y no hacer más cosas de las que uno mismo pueda abarcar. Eso solo provocará agobio y no nos ayudará a centrarnos en lo que hacemos.
Darle a cada problema la importancia que merece y evitar agobiarse más de la cuenta. Hay que analizar el verdadero alcance de las consecuencias y ver que en muchas ocasiones se puede afrontar todo con más tranquilidad.
Ver todos los aspectos positivos de una situación y no centrarse tanto en los negativos, que deben ser vistos como oportunidades para mejorar y volver a intentar algo.
¿Qué podemos hacer en clase?
En muchos casos los niños no consiguen calmarse porque no identifican el momento apropiado para parar. Como dije antes, el primer paso consiste en identificar aquello que no hace que estemos tranquilos para empezar a buscar soluciones. Por ello, nos gustaría proponer la siguiente actividad para realizarla en clase.
La técnica del semáforo: ¿cómo ayudar a los niños a gestionar la rabia y la impulsividad?
En este caso, el semáforo se utiliza sobre todo en situaciones de ira, pero puede ser aplicado en todas las situaciones en las que los alumnos no estén calmados para ir avanzando progresivamente al color verde o color de la calma. Se puede utilizar un semáforo para toda la clase o cada alumno puede crear su propio semáforo para estas situaciones.
En el caso del color rojo, se puede aplicar una serie de dinámicas de relajación en clase para que los alumnos pasen al siguiente color: música tranquila en silencio, meditación guiada, etc.
La calma es un componente esencial de la inteligencia emocional y no debemos olvidar que la intensidad de las emociones negativas es pasajera y que es importante ser paciente para aplicar diferentes técnicas y vivir mejor cada situación, alcanzando así el bienestar y la felicidad.
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